jueves, 6 de septiembre de 2012

Más que un policial





En Mientras huya el cuerpo de Ricardo Sumalavia pesa una renovación en el manejo de los referentes desde la tradición de la novela policial para hacerse de un mayor sentido de lo real, a fin de atender lo verosímil desde un punto de vista muy original. En esta novela no interesa particularmente la sucesión de hechos ni la resolución del conflicto del supuesto protagonista (Apolo), que ha sido dejado a su suerte ante la “presencia” de retratos familiares y estampitas católicas.
La preocupación creativa de Sumalavia se dirige hacia otros intereses relacionados con la expresividad, en los que la narración cede espacio a la reflexión, gracias a una arquitectura de la transparencia, como el uso de paredes, techos y pisos de cristal. Así, cada acción subrepticia no solo es expuesta sino que se convierte en motivo de cavilación, para terminar enlucida en las columnas de la historia. Este paso de la luz de un lado a otro le confiere al personaje Apolo —pero no a su original Apolinario— una relevancia transversal que refulge en varias meditaciones a lo largo del libro.
Por otra parte, el autor desmonta el aparato de la novela policial para examinar como detective literario las huellas en los argumentos y las pistas en la configuración de los personajes, y como investigador de sombras ficcionales los rastros en las acciones tanto involuntarias como deliberadas. Sumalavia no se detiene ante el afán de mostrar, de dejar ver más allá de lo permitido, pero sin desatender el principio estético de la sugerencia, de lo que esconde el iceberg bajo el agua, de la dosificación de datos para mantener la intriga, de guardarse un as bajo la manga para mostrar la carta decisoria en la jugada final, siguiendo hasta cierto punto la plantilla de estereotipos y lugares comunes de las novelas policiales.
Sumalavia con una prosa elegante, ponderada y aguda avanza y retrocede, pero es paradójicamente en este afán por volver atrás, de adelantar en reversa, donde consigue enfrentar “sin dudas ni murmuraciones” lo físico.

José Donayre

En Suplemento Variedades del diario El Peruano

lunes, 3 de septiembre de 2012

Reseña en Buensalvaje


Mientras huya el cuerpo

Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) Estruendomudo 120 páginas 25 soles




Novela. Ricardo Sumalavia incursiona con acierto en la idea de procedimiento como motor creativo. Antes que idear un relato con planteamiento, nudo y desenlace, ha creado un modo particular de producir ficciones que hace irrelevante el paso del tiempo. Se trata de un metapolicial: un relato policial comentado desde determinados capítulos por la voz del narrador que explica cómo se le ocurrió la idea del relato. Este trata del quehacer del detective privado Apolo, un licenciado de la PNP al final del fujimorismo, que arriesga su vida cuando revisa un crimen pasional.
La voz del narrador que explica anécdotas vinculadas a la invención del personaje y, eventualmente, alguna teoría sobre la novela policial es más compleja e interesante. Implica referir la relación lateral, pero no por eso menos desconcertante, que ha tenido el narrador con la violencia de Estado. Se acumulan las anécdotas sobre Apolinario, el marido de su suegra y retirado de la policía, un personaje enigmático y opaco, rodeado de los signos de la violencia y de la muerte con los que, según se nota, guarda una indiferencia doméstica. También accedemos a la crónica de la vida de la prostituta y actriz de circo francesa Casque d’Ore. En cada caso, Sumalavia añade la reflexión sobre cómo el deceso convierte a un hombre muerto en un objeto absurdo, ajeno a la sensibilidad de lo humano. La tortura de una mujer inocente, intercalada en el texto con el rótulo de «Sesión» y un número, resuena en este punto como cima de lo inhumano. Como resultado, la experiencia de violencia política, de principio distante, se manifiesta abrumadoramente sensible. Sumalavia delinea la tarea de su narrador: recuperar, a partir de los objetos de los muertos, la capacidad de contar historias que convoquen su memoria. También hace una afirmación harto discutible: la culpa de la violencia atañe a la comunidad entera que la tolera. Sin duda, levantará las iras de quienes distinguen entre culpa y responsabilidad.
Muy recomendable.

Por Alexis Iparraguirre.

En la revista Buensalvaje, n°1, 2012.