domingo, 29 de julio de 2012

Ricardo Sumalavia: “Un policial cuenta mejor lo de Fujimori”



Ajuste de cuentas. Ricardo Sumalavia también quería responderse qué hacía en los 90.


Con su novela Mientras huya el cuerpo, hurga en su vida y en el fin de la dictadura de los 90.
Pedro Escribano/
Ricardo Sumalavia ha querido hurgar un tanto en su vida. En su novela Mientras huya el cuerpo (Ed. Estruendomudo), cuenta la historia del teniente Apolo, un detective que durante la dictadura de Fujimori ve cómo sus colegas de las fuerzas policiales son retirados en una inventada campaña de moralización.  Readaptarse para ser sujeto civil no es fácil, sobre todo en un medio corrupto como fueron esos años. Sumalavia, virtuoso de los microrrelatos, ahora opta por una novela policial para mirar mejor este periodo.
¿Dejaste la prosa mínima?
No. En realidad, si te has dado cuenta, es una novela fragmentaria, que se construye a través de varios microcapítulos. De alguna manera, la prosa breve esta allí, presente, la estrategia de la prosa breve,  tratando de crear cierta intensidad.
Pero, con todo, es una novela.
Sí, definitivamente. Ha sido aplicar lo que he aprendido en la microficción a una estructura mayor como es la novela. La ventaja es que el término novela aguanta todo. Y esta no es una novela lineal, es una novela que tiene una estructura particular, pues, como habrás visto, es el desmontaje de un cuento policial que trata de hurgar en todos los elementos teóricos, estratégicos, prácticos de la narrativa, digamos, la cocina del escritor.
Tu novela tiene un sesgo  policial, y en el Centro de Lima.
Sí, he tomado este pretexto esta historia policial. Yo quería hurgar en todos aspectos de mi vida. Yo crecí en el Centro de Lima, en Barrios Altos. He pasado ahí mi infancia, desde el 68 hasta los 80, que  coincide con el periodo de la dictadura militar, en las dos fases. Eran temas que yo tenía guardados y que quizá esperaban un lenguaje y una estructura para escribir sobre esa experiencia.
¿Y esta nominación de nuevo policial peruano que hay en tu libro?
En realidad tiene que ver un poco con la estrategia de la editorial. Mi novela no es una novela policial, o sea, no se ciñe estrictamente al género. El término se lo robamos a Leonardo Padura. Él llama a sus novelas policiales, neo-policiales. Dicen que son novelas que utilizan estrategias del policial, en las que hay detectives, hay crímenes, hay una investigación, pero que solamente son pretextos para decir algo más que el policial.
¿Esperabas esta ocasión para hablar del fin del fujimorismo?
Sí, definitivamente. En los años 90, tenía una prosa lírica, pero algunos escritores hablaban de la violencia y algunos lo han hecho bastante bien. Ahora yo he optado por este lenguaje y puedo escribir sobre ese periodo.
¿El policial es para mirar el gobierno de Fujimori?
Para mí venía a pelo por el mundo de corrupción. Un policial cuenta mejor lo de Fujimori.
¿Esta novela es un ajuste de cuentas?
Sí, esperaba mi turno para compartirlo, pero también es una manera de un ajuste de cuentas personal, conmigo mismo, porque quería interrogarme cuál fue mi participación en los años 90, en esa etapa cuando buscaba mi lenguaje propio, pero era toda una búsqueda, optar por algo y abandonar otras. He querido revisarme a mí mismo.

Aparecido en La Repûblica, 29/07/2012

viernes, 20 de julio de 2012

La palabra siempre es insuficiente




Entrevista



Por Javier García Wong - Kit

El escritor Ricardo Sumalavia acaba de publicar Mientras huya el cuerpo, una novela etiquetada como “neopolicial”, fruto de una imagen que lo persiguió durante años, de las digresiones de los recuerdos y palabras encendidas como antorchas a lo largo del camino de su escritura. Esta entrevista, que no ocurre en Lima ni en Burdeos (aunque las preguntas salieron de la primera ciudad y las respuestas de la segunda) se dio en el ciberespacio, en donde las palabras no tienen sonido y el imperio de las imágenes sólo deja la enigmática portada de su libro, un homenaje a la Venus del espejo, de Velázquez, y un preludio a las historias que encierra la segunda parte de la Trilogía de la levedad, que escribe el autor peruano.   

Mario Bellatin decía en una entrevista que “la literatura peruana sigue siendo conservadora”. Inmediatamente pienso en los últimos libros de Alfredo Bryce y Mario Vargas Llosa.
Yo estoy de acuerdo con la afirmación de Mario Bellatin, si es que estamos hablando solo de la narrativa. Gracias a que la biblioteca de la Universidad de Burdeos está muy bien actualizada con la literatura latinoamericana, puedo estar bastante al día de lo que se escribe en todos estos países. Sin embargo, la narrativa peruana no es la que precisamente llama mi atención. Por supuesto, hablo del conjunto, no de individualidades.

¿Por qué hay tan pocas propuestas literarias arriesgadas incluso entre los narradores jóvenes?
En realidad, esto no tendría que sorprendernos. Siempre ha sido así. Si vemos un poco en la historia, mientras en el resto de América Latina de finales de siglo se escribían, cuentos y novelas notables, en el Perú apenas si tenemos autores interesantes (que los hay). Si hablamos de vanguardia narrativa, salvo La Casa de Cartón, de Martín Adán, no hay nada digno de llamar vanguardista. Me imagino que habrá profesores y críticos que defenderán a sus escritores de segunda fila, pero eso es otra cosa. Nuestra tradición en la narrativa es muy frágil, pero eso no quita que haya autores que hayan logrado libros incluso más allá de su propia tradición. El mismo Bellatin es uno de ellos.

¿Hay escritores peruanos jóvenes que encuentres interesantes?
Sin duda. Pero creo que todavía es muy pronto para hacer balances. No se trata de una carrera de caballos ni de imponer relevos. El proceso creativo de un prosista toma mucho más tiempo a la de otro creador. Por ejemplo, estamos viendo recién libros maduros de Daniel Alarcón, Diego Trelles Paz, Carlos Yushimito y otros. Si llegó el momento de que nuestra tradición se vuelva más sólida, tanto mejor. Lo que me interesa, insisto, más allá de las edades, es la lectura de libros que me muestren que su escritura misma está en estado de crisis, libros que reinventan sus formas porque saben o intuyen que la palabra siempre es insuficiente.

En tu caso, ¿cómo nació la idea de escribir un “neopolicial”?
En realidad, lo del término “neopolicial” vino ya en el proceso editorial. No lo tuve, ni me interesaba tenerlo, como precepto de todo el libro. Lo que tuve primero fue un cuento que yo asumí al principio como policial. Lo digo así porque luego acepté que no puedo entrar a ningún género de una manera ingenua. Siempre termino por quebrar todas las reglas que tenía al principio como premisa.

¿Cómo decides qué forma debe tener un libro comoMientras huya el cuerpo que bien pudo ser un diario, un thriller o una novela histórica?
La estructura vino como una consecuencia natural, dada las formas de mis otros libros. Ya tenía la idea de escribir una trilogía que empezara con Que la tierra te sea leve. Quería entrar a ese universo de la levedad, de la identidad difuminada, desde otras aristas. De allí que esta vez utilizara esta estructura, que me involucrara de otra manera con el texto. 

Entonces, ¿cuál es tu relación con los géneros literarios?
Ninguno de mis libros corresponde a un género específico. Los hemos llamado cuentos, microcuentos, como novelas, porque siempre tenemos necesidades de identificar todo.  Creo que esto limita más que enriquecer la lectura. Claro que uno parte de ciertas reglas, como asumimos nombres o roles, pero luego les vamos dando forma propia, distinta, que puede ser todos los géneros, como ninguno. El “neopolicial”, entendido como un texto que toma elementos del policial clásico o de la novela negra para transgredirlos e ir más allá, podría tener mucho futuro. Hace unos años nadie hubiera pensado que el cuento fantástico iba a tomar tanta fuerza como la tiene ahora.

¿Cómo fueron llegando a ti historias como la de Mary Richardson?
Cuando empiezo a escribir un libro, suelo tener imágenes claves. En este caso fueron las cuchilladas que le dio un hombre a su esposa en plena calle. Esta imagen me persiguió por todas partes. Veía navajas y acuchillados en todo. Fue así que llegué al alguna vez acuchillado Samuel Beckett, o a la Venus del cuadro de Velázquez que fue atacada por Mary Richardson, o las aventuras de rufianes parisinos de comienzos del siglo XX, alrededor de una joven y atractiva prostituta conocida como la Casque d’Or. Claro, una vez recuperado el dato, iba a todas las fuentes posibles. Y así encontraba otras cosas más.

¿Cuál fue el proceso de escritura de Mientras huya el cuerpo?
En el caso de este libro, fue a mano, en un cuaderno escolar. Lo escribí en una de las salas de una biblioteca de barrio en Burdeos, por las tardes. Nada de música, nada de internet. Luego compraba el pan y volvía a casa. Una vez terminado, fue mi esposa quien pasó todo en limpio. Casi siempre ha sido así. Después puedo pasar a las diferentes versiones y revisiones.

¿Cómo decides qué dejar fuera de un libro tan fragmentario como este, tan lleno de anécdotas personales y de distintas historias?
Este es un libro que parte de cierta idea de disgregación, de fragmentarse y, por qué no decirlo, de irse por las ramas. Pero esto es solo una ilusión. Lo que pretendo es que el lector termine por darle a todo el conjunto cierta unidad  mayor que sobrepase al texto mismo. En ese sentido, cada fragmento tiene su razón de ser y estar en esta novela. Y, obviamente, me detengo al tener la impresión de estar tensando demasiado la cuerda, cuando me alejo demasiado del ritmo interno que estoy tratando de dar.

Hay algo o mucho de psicoanálisis en la novela. Además de los años del terrorismo, la muerte y los recuerdos de infancia, ¿qué otros temas o historias te interesan?
No es una novela que se valga del psicoanálisis como mecanismo de escritura. Digamos que de algún modo es proustiana. Solo que en lugar de magdalenas cuyo aroma despierta la memoria, en mi caso son las imágenes, las propias palabras las que activan el recuerdo de otras, pero solo con el fin de darle un nuevo sentido a la imagen primera. Y es en ese ir y venir que tuve que pasar por lo vivido en determinados momentos de mi vida que van desde los setenta hasta la actualidad. Y a través de los recuerdos de los libros leídos el espectro se amplía incluso más. Planteado así, para mí fue mucho más factible desarrollar también los otros temas que persiguen, como la ciudad de Lima, la fragmentación de la identidad y cómo ésta se reconstruye en la palabra. Y habrá más temas, espero; de aquéllos de los cuales uno nunca llega a tener clara conciencia.

Hace poco comentabas que no te parecía justo que se diga que un escritor no puede escribir de un lugar que no conoce (estoy parafraseando) ¿Hasta dónde puede ir la imaginación sin apoyo de la información?
Me he dado cuenta de que con cada libro me interesa menos la historia, el argumento. Es decir, va a estar de todos modos, pero no es lo que motiva mi escritura. Las historias solo se vuelven pretextos, una cáscara, y la importancia que vayan a cobrar, si es que la cobran, es porque el propio acto de la palabra escrita les da significación. Es por eso que podríamos escribir sobre cualquier hecho que parta de la realidad o no. Pero es ingenuo pretender abarcarlo todo. Más vale hurgar dentro de nuestros propios costales. Y la investigación, pues es para que ese pretexto llamado historia asuma el rostro que le quieras dar. Yo no investigo para encontrar la verdad de mi historia. 

Cambiando de tema, ¿en qué afecta la vida o carrera de un escritor con una agencia literaria como Schavelzon?
La tarea de un agente es encontrarte una editorial –en tu lengua y en otras-, y luego facilitar y mejorar las condiciones en los contratos de tus libros. Y aquí no hay reglas fijas. Lo primero que puede cambiar en tu vida es que sea el agente quien reciba los portazos de las editoriales y no tú. Y eso se agradece. Claro que también es gratificante cuando te escribe o te llama por teléfono para decirte que hay una propuesta interesante de publicación. Pero aparte de todo esto, no hay un cambio sustancial en tu vida. Sigues con tus trabajos, la vida de siempre. Claro, todo esto lo haces con más tranquilidad porque sabes que hay alguien que apenas reciba tu manuscrito se va a poner a trabajar en ello. Y tú puedes continuar con lo mejor que sabes hacer, que es escribir, y no negociar.

Es verdad también que hay agencias de diferente nivel, con mercados diferentes. En mi caso, yo me siento muy agradecido con el trabajo de cada uno de los integrantes de la agencia Schavelzon. Y llegué a ellos casi por casualidad. Yo había llegado a un trato con una agencia literaria muy pequeña de Madrid, que recién comenzaba, y a los dos días me llama este agente para decirme que ellos acababan de asociarse con una agencia más grande, con sede en Barcelona, y que iban a ser ellos los que en adelante se ocuparían de los escritores latinoamericanos. Un par de horas después quien me llama por teléfono es Guillermo Schavelzon para darme la bienvenida a su agencia. Así empezó todo.   

Hace unos meses vino a Lima un escritor peruano quien publicó en una editorial española importante. Él comentaba que nadie lo conoce en Perú, lo que le daba un poco de pena. ¿Cómo afecta la popularidad a un escritor o el hecho de tener lectores y recibir críticas buenas y malas?
Lo que me cuentas de ese escritor peruano es una prueba de que lo que pasa en España: a nivel editorial ya no es garantía de nada. Los tiempos son otros. Ahora las redes sociales e internet, sin importar dónde hayas publicado, te pueden proporcionar más lectores que como se hacía con los canales tradicionales. Pero hay que precisar que popularidad, lectores y crítica ya no van necesariamente de la mano. Y los grados de afectación son muy diversos. Más de uno se ha pegado un tiro ante la indeferencia.

¿Qué haces después de terminar una novela que te ha tomado tantos años escribir?
Desde la publicación de mi segundo libro, Retratos familiares, siempre he tenido la primera versión de otro manuscrito a la mano. De ese modo no paso por periodos de angustia. Luego viene el proceso de revisión y reescritura de ese otro libro. Y cuando lo dejo reposar, empiezo a tomar notas para el siguiente. Por ejemplo, ahora que acabo de publicar Mientras huya el cuerpo, ya tengo el manuscrito de mi siguiente libro de microficciones, que se llamará Enciclopedia plástica.

¿Cómo acabará la trilogía de Que la Tierra te sea leveMientras huya el cuerpo?
Sobre la Trilogía de la levedad, por lo pronto tengo notas, título y vaga idea de adónde quiero ir. Para su escritura me orienta una frase de Paul Valéry: “Es necesario ser leve como el pájaro y no como la pluma”.  

domingo, 15 de julio de 2012

Sellos independientes dan apoyo a nuevos escritores

Lo más interesante de la literatura latinoamericana viene por los sellos independientes, cuyo repunte en América Latina está permitiendo la circulación de los autores jóvenes, opina el escritor Ricardo Sumalavia. 


El novelista limeño radicado en Burdeos, Francia, precisa que la dura crisis europea que afecta al medio editorial, es uno de los factores que ha permitido este "repunte" de las independientes latinoamericanas.
Cita a sellos como Eterna Cadencia (Argentina), Estruendomudo (Perú), Sexto Piso (México) o Lom (Chile), "que publican a jóvenes y permiten una circulación de los autores jóvenes".
"Incluso los autores que siguen publican con sellos españoles y tratan de tener algunos textos para estos pequeñas editoriales, cuya distribución a veces es mucho más activa que los grandes sellos", destaca Sumalavia.
Para el autor y catedrático, quien por varios años fue académico de universidades de Corea del Sur, hoy publicar en editoriales independientes es hasta económicamente mejor, además de garantizar una mayor difusión, lectores y recepción.
El autor está al tanto de las últimas tendencias editoriales de América Latina porque Burdeos, de acuerdo con la redistribución del fondo de las bibliotecas públicas francesas, llega lo recienteo y lo mejor de la literatura de nuestra región.

Mercado local
Sobre el panorama local, Sumalavia tiene la impresión de que "la literatura peruana es cada vez más variada y eso enriquece mucho".
"Me he sorprendido gratamente del gran avance de la literatura fantástica, del cuento fantástico, de la minificción; que ahora tengamos editoriales interesadas en publicarlas, una comunidad de lectores, de encuentros de literatura fantástica peruana, por ejemplo", afirma.
Para el autor, esta situación es muy estimulante porque "antes la literatura peruana estuvo muy asociada a un lenguaje muy social, que me parece estaba muy desgastado. Y lo que hacía falta era renovar un lenguaje que hoy se da desde todos los frentes", opina. En ese sentido, cuenta que se plantea la posibilidad de volver a radicar en el país. "Lima ha cambiado, hay cosas para hacer en el medio artístico, social, en todo aspecto. Hay esquemas, estereotipos, que hay que ir cambiando. En América Latina la situación es muy compleja, pero todavía se puede hacer mucho". (José Vadillo)

Neopolicial

Sumalavia trae bajo el brazo Mientras huya el cuerpo, novela neopolicial peruana. Se sirvió de un cuento homónimo y a partir de ahí empezó un desmontaje teórico sobre lo policial; empezó a explorar en lo social y los personajes limeños de los años noventa y del Perú en general.
Mientras huya el cuerpo es el quinto libro del autor y la segunda parte de una trilogía iniciada en Que la tierra te sea leve (2008). Se basa en experiencias familiares y de la infancia del propio autor, quien creció en Barrios Altos, durante la dictadura militar.





http://www.elperuano.pe/Edicion/noticia-sellos-independientes-dan-apoyo-a-nuevos-escritores-45804.aspxFecha:14/07/2012

martes, 10 de julio de 2012

Mientras huya el relato



Ricardo Sumalavia, (Lima 1968) narrador peruano de la generación del 90, presenta Mientras huya el cuerpo, su última novela, insertándonos en una narrativa en la que las voces, los sujetos y sus identidades se reconstruyen en plena fragmentación. Aquí la reseña.

Por Raúl Varillas Estrada

Diario16

Mientras huya el cuerpo (estruendomudo, 2012) de Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) es una novela que explora en los intrincados y caóticos procesos de la escritura ficcional. Ella es la historia de un relato policial que le da el título y que tiene como protagonista a Apolo, veterano policía dado de baja quien sigue el caso de un crimen que, aparentemente, lo enfrentará a la muerte: atado a una silla, desnudo y amordazado por dos expolicías a quienes reconoce como partícipes del crimen que intentaba resolver.

La narración, ya finalizado el relato, ofrece múltiples fragmentos que reescriben constantemente la historia de Apolo: reflexiones sobre el relato policial y sus personajes, sumados a episodios biográficos que el autor vinculará a sus textos ficcionales, diálogos de Final de partida (Beckett) y escenas (Sesiones) donde un torturador disfruta observando el sufrimiento de Tina, su víctima. Todos coexisten en una novela que trasciende el simple relato policial y se concentra en ciertos aspectos de la experiencia del autor que brotan caóticamente en el momento de la escritura.

Los distintos episodios biográficos harán que la historia de Apolo sea también la del escritor. Entre Apolo del relato y el Apolinario real quizá solo existe una distancia leve, no porque el primero sea una proyección ficcional del segundo, sino porque, como señalan las reflexiones metaliterarias de Sumalavia, solo conocemos de nombres, de historias, de ciertas verdades como mentiras. De esta manera, así como sus personajes, el autor es un doble de sí mismo, un cuerpo proyectado en otros, los de la ficción y su propia vida.

Será sintomático, entonces, que al final el relato que conocimos como Mientras huya el cuerpo sea reescrito. En él los personajes se confunden y las identidades se trastocan: Apolo cede su lugar a Apolinario y este al autor, quien concibe a esos otros, que son sus personajes, a través de sus propios fragmentos personales. 


"La mejor manera de comprender el mundo es a través de fragmentos"



Jaime Cabrera Junco
@edgarcajun en Twitter



Sábado 16 de junio del 2012 | 11:38


Diario Perú21


Después de tres años ha regresado al Perú para presentar su segunda novela, que es la segunda parte de una trilogía iniciada con Que la tierra te sea leveRicardo Sumalavia (Lima, 1968) tiene un interés particular en la prosa breve, en el microrrelato para ser más precisos, y podríamos decir que de la suma de relatos fragmentados es que surge Mientras huya el cuerpo (editorial Estruendomudo), una novela sobre el proceso de escritura que tiene como trasfondo un relato policial.

Este narrador, además de haber dirigido el Centro de Estudios Orientales de la Universidad Católica del Perú, es profesor de Literatura y ha dictado talleres de escritura. Nuestra charla transcurre en las oficinas de Estruendomudo. Es un mediodía con el cielo gris -para variar- y previo a la entrevista Sumalavia se encuentra concentrado frente a su laptop. Viste una camisa marrón y unos jeans negros. Ya instalada la cámara de video y elegido el encuadre, comienza nuestra charla.

¿En qué momento te empiezas a reconocer como escritor?
El escritor no tiene una conciencia clara de cuándo es que asume y dice "voy a ser escritor". Es parte de un proceso largo y lento, en todo caso en mí se dio de esa manera. Supuestamente yo debí ser un ingeniero mecánico, pero la lectura me fue ganando más y fui ante todo un lector, un lector apasionado. Y no sé en qué momento decidí pasar de lector a escritor. Llegó un momento en que dije que era lo que debería regir mi vida, que estaba tomando casi al ciento por ciento lo que hacía y sentía, y dejé de ser un futuro ingeniero mecánico para dedicarme a los estudios de Literatura, sobre todo para organizar mis lecturas y estar más cerca de lo que siempre me ha gustado.

Si la historia de un escritor es la de un lector, ¿cuáles fueron tus primeras lecturas? En alguna ocasión dijiste que guardas buenos recuerdos de El Principito.
Las lecturas las he tenido divididas. Por un lado en la escuela, El Principito, o el libro de cuentosAgua, de José María Arguedas. Paralelamente mi cuñado -el esposo de mi hermana-, tenía muchas enciclopedias pero había una que se llamaba Lo sé todo, donde había historias que me iban enganchando.

¿A qué escritores consideras como tus referentes literarios? En una reseña que hizo Pilar Dughi de tu libro Retratos familiares, decía que se nota una influencia de Chéjov.
Es verdad, ella apuntó bastante bien, pues Chéjov fue una de mis lecturas principales en mi etapa de formación. Leí todo Chéjov, lo releo cada vez que puedo, y definitivamente es un maestro de la escritura. También están Maupassant, y en el caso peruano llegamos a Valdelomar, a Julio Ramón Ribeyro. Todos ellos fueron los que me han nutrido bastante.

¿Y leer a estos escritores fue lo que te impulsó a escribir cuentos?
En todo caso fue lo que me entusiasmó a hacerlo. Luego el cuento fue el género que me resultó más cómodo. Por supuesto, en su momento probé de todo: escribí unos primeros poemas, impublicables, infames, que están por suerte destruidos todos. Pero sí notaba que en el cuento, sobre todo en el cuento breve, fui encontrando una dinámica, una estrategia que iba acorde con mi forma de ser.

¿Y cómo así das el paso a la novela? ¿Es cierto que tenías mucha reticencia de incursionar en la novelística?
No es que me resistía, sino que en cierto momento de mi vida me di cuenta de que la forma breve me iba capturando cada vez más y yo trato de escribir acorde con mi temperamento. Siempre que empezaba a escribir una historia ya quería finalizarla, por eso trabajé mucho con el microcuento, en una época en la que nadie hablaba de la microficción. Nunca me lo propuse, simplemente era un género que se prestaba muy bien a lo que pretendía decir y luego me dije por qué no tratar de hacerlo en una novela. Me dije que a partir de las historias que tengo dentro voy a usar la fragmentación.

¿Y te resultó muy complicado llevar esta fragmentación a la novela? ¿Cómo fue este proceso?
No, para mí no fue complicado. Para mí la mejor manera de comprender nuestro entorno, este mundo, es captándolo a través de sus fragmentos.

¿Por lo que acabas decir dirías que en esencia te consideras un escritor de relatos cortos?
No. En esencia yo no soy nada (ríe). En realidad cuando a mí alguien me pide escribir un cuento, escribiré un microcuento. Si me piden un microcuento, escribiré una novela. Tengo periodos en los que me siento cómodo escribiendo un microcuento con elementos fantásticos y policiales como podría hacerlo en una novela corta. Me siento bien en la prosa breve, ahora si la suma de esas prosas breves redundan en una novela, bien.

¿La distancia del país, el vivir afuera, te ha ayudado mucho a escribir?
Sí, a mí y a cualquiera. Cuando estuve en Corea del Sur, escribí los cuentos de Retratos familiares, que todos están ambientados en Lima. Estar allá fue un momento para activar mi memoria y recordar muchas cosas que había vivido y que creo yo, que de haber continuado viviendo en Lima las hubiera olvidado. En mi otra etapa, ahora que vivo en Burdeos, también es así.



UNA NOVELA NEOPOLICIAL O AUTOFICCIONAL


Tiene listo el manuscrito de un próximo libro de microrrelatos que se llamará Enciclopedia plástica, un complemento de Enciclopedia mínima, publicado en 2004. Estos nuevos relatos surgieron de la inquietud que tiene por el proceso de la creación en las artes plásticas. Su mujer, Carmen Herrera Nolorve, es artista y dice que el ver su trabajo de cerca lo inspiró a utilizar los mecanismos de la plástica en el microcuento. Ya veremos pronto el resultado.

Antes de hablar de Mientras huya el cuerpo, le pido hacer una pausa para mover la cámara y cambiar de plano. Ricardo accede y se desplaza hacia donde se le indica. Tenemos de fondo ahora un cuadro del pintor trujillano Fernando Gutiérrez, conocido como Huanchaco. Ahora sí, estamos listos para hablar sobreMientras huya el cuerpo. Nos cuenta su autor que este libro tiene dos leit motiv. Uno de ellos fue el crimen de una peruana que murió en Madrid acuchillada por su marido español, quien tras cometer el crimen también se acuchilló. El segundo motivo fue la lectura de una traducción al español de una entrevista hecha en París en los últimos años de vida del escritor Samuel Beckett. En ella le preguntan sobre su salud y este responde que siempre deseó una vejez activa y no dejar de arder "mientras el cuerpo huye". La traducción, en realidad, fue mucho más poética, pues la frase original en francés era algo así como "antes de que me vaya al diablo". De esa traducción equívoca nació el título de esta novela.

Mientras huya el cuerpo es presentada como una novela neopolicial, pero en realidad no es una reinvención del género policial ¿o sí?
Hasta donde yo lo entiendo toda escritura busca siempre reinventar el género, y en esta novela en particular, al estar los elementos policiales, se podría entender como una novela policial. Por eso lo ideal  sería utilizar una categoría que propugna Leonardo Padura, un escritor cubano, que denomina "neopoliciales" a aquellas novelas de las cuales uno se vale de los recursos del género policial como una excusa para tratar de explorar más allá todavía. Entonces, quizás mi novela podría tener un plano de lectura  de los elementos policiales, pero en realidad es una novela que  busca un poco más.

¿Y este poco más la convierte en una metanovela o una novela sobre el proceso de escritura?
Exactamente, eso algo más en este caso es tratar de hacer ese desmontaje de lo que supone un cuento policial y de lo que supone en realidad no solamente la estructura, la parte técnica, o  la cocina de la escritura sino más bien la parte íntima de ese proceso. Me interesaba saber qué mueve a un escritor en cada elemento de esta historia. Es una cosa imposible de saber, pero quería intentarlo hacer de esta manera. Por eso que la novela empieza con un cuento que tiene el mismo título, Mientras huya el cuerpo, con este detective (Apolo) que obedece a un contexto muy preciso, a fines del gobierno de Fujimori. Este personaje había sido uno de los expulsados en ese momento de seudomoralización, y vemos cómo él tiene que readaptarse a la vida civil. Y justamente la exploración viene por cómo podemos hurgar a partir de un crimen absurdo, y cómo esto puede detonar una historia. Eso fue lo que me motivó a hacer todo este montaje.

A través de tus anotaciones y las inserciones de estos relatos el lector va siendo testigo del proceso de la construcción de una historia y de sus personajes
Y de mí mismo porque yo también estoy allí. De alguna manera esta es una novela autoficcional. Estoy yo como personaje, me voy recreando y reconstruyendo. Y en otro nivel de lectura esta novela es un ajuste de cuentas, ha sido replantearme cuál fue mi rol, qué hice o no hice a finales de los años 90, y eso lo quería plasmar literariamente por eso cuando hablo de Apolo, de su referente Apolinario, estoy también yo detrás, que es una idea flaubertiana de Emma Bovary. O la idea borgeana, "yo soy el otro". Cuando hablo de los otros en el fondo estoy hablando de mí mismo y cuando hablo de mí mismo estoy hablando de muchos otros. Hay ese doble juego.

Decías que cada vez estás más convencido que las formas de narrar están cambiando ¿puedes explicarnos cómo se evidencia ese cambio?
Lo que pasa es que el mundo está cambiando, la globalización, el avance de las tecnologías, y es natural que también haya un proceso interno que esté alterando las maneras de reconocernos. Creo que estamos pasando por una etapa por la cual ya las formas clásicas de narrar se están desgastando, en todo caso así lo siento para mí. Me cuesta escribir un cuento de manera convencional, tengo la impresión de que estamos saturados de las formas clásicas de narrar. No es una cuestión de experimentación, en lo que hago no hay nada nuevo, sino aceptar que estamos en una fase diferente. Hacia dónde vamos a llegar, no lo sé.


CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR RICARDO SUMALAVIA

1. El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso.

2. La vida breve, de Juan Carlos Onetti.

3. Las tiendas de color canela, de Bruno Schulz.

4. Ferdydurke, de Witold Gombrowicz.

5. Cualquier novela de Patrick Modiano.



http://blogs.peru21.pe/leeporgusto/2012/06/la-mejor-manera-de-comprender.html

martes, 3 de julio de 2012

RIESGO LITERARIO


"RIESGO LITERARIO"

Un Policía retirado ya no está para los trotes de la investigación, pero acepta y es descubierto, maniatado y dejado a su suerte en una habitación, a ver si lo encuentran. Ahí termina, en 12 páginas, el cuento principal de este libro. 
El resto de las 160 páginas incluye de todo, desde referencias metaliterarias sobre la escritura del cuento, recuerdos del personaje real que inspiró el tema, escenas cual flash back de una tortura tal vez real, enmarcado en los aciagos años del Fujimorismo. “Mientras huya el cuerpo”(Estruendomudo) es una de las más arriesgadas creaciones de Ricardo Sumalavia. Lo que más sorprende al incauto lector de esta rareza literaria es que, en la búsqueda de la continuación o el final del cuento, el libro se lee de un tirón.

Diario La Primera

12/06/2012

domingo, 1 de julio de 2012

La Repûblica de Arequipa

Entrevista en el diario La Repûblica de la ciudad de Arequipa.

http://www.larepublica.pe/30-06-2012/la-brevedad-de-ricardo-sumalavia


Creador. Es uno de los escritores peruanos que ha crecido a la sombra de la violencia terrorista y la crisis económica del 90. Publicó cuentos y novelas apelando a la brevedad, decir más en la menor cantidad de palabras. Recientemente visitó Arequipa.
Juan Carlos Soto Díaz
Arequipa
Ricardo Sumalavia cultiva la brevedad en sus libros y en la vida real. Dispone de poco tiempo para la entrevista. Sentados en un café de la calle Mercaderes, pide un mate de coca para disolver el zumbido de oídos y aplacar su corazón revolucionado por el soroche.  Los  estragos de subir 10 mil metros de altura en el vuelo Lima-Arequipa y quedarse en los 2,300 de la Ciudad Blanca, todavía están dibujados en su rostro de escritor, pálido como un papel. Nos cuenta que hace siete años vive en Francia, exactamente en Burdeos, la capital de los vinos. Regresa al Perú muy a menudo. El exilio le ha servido para tomar distancia, procesar los recuerdos y convertirlos en literatura. En Arequipa estuvo hace dos semanas para participar en actividades de la Biblioteca Vargas Llosa.
¿Es importante para un escritor salir fuera de su país natal?
Hubo escritores importantes que no necesitaron del exilio, sobre todo los poetas José María Eguren y Martín Adán. A veces todo está en la imaginación. Sin embargo, considero valiosa la experiencia de afuera.  La distancia ayuda a tener perspectiva. Es importante estar en medio del juego y vivirlo, pero necesitas un tiempo para procesar los recuerdos, de lo contrario puedes caer en un libro de anécdotas. Lo dijo Julio Ramón Ribeyro, que si pasados los años queda una imagen en ti, es porque ésta tiene un sentido en tu vida. Mi nueva novela Mientras huya el cuerpo es un ajuste de cuentas conmigo mismo, con mi rol de escritor en los años 90. A inicios de esa década, publiqué libros que fueron calificados de poéticos y evasivos, pero que tenían un sentido en esa época, que estábamos ahogados por la violencia terrorista.
El escritor acaba de publicar  Mientras huya el cuerpo, una novela nova policial, ambientada en la época de Alberto Fujimori. El personaje central es Apolo, un policía retirado de la institución debido a una seudo campaña de moralización, que luego terminará metido en la investigación de un crimen y suicidio. El asesino entierra un cuchillo en la espalda de su pareja y luego termina matándose él.
Ricardo nos habla que el libro refleja su formación diversa. Nació en los Barrios Altos de Lima, cuna del bardo inmortal Felipe Pinglo, que cantaba inspirado en sus calles coloniales y balcones republicanos, y escenario de la matanza perpetrada en una pollada por el grupo Colina. Habla de su época universitaria, la partida a Corea del Sur  y Japón.
La novela parte de un cuento principal y en los siguientes capítulos explicas cómo construyes la historia, como si estuvieras dando las claves del escritor.
En mis años universitarios estudié literatura en la Universidad Católica, donde terminé convertido en docente. Por un lado tuve una experiencia vital, de barriada. Por otro lado, una formación académica e intelectual. Y también investigué la novela policial, la literatura oriental, el microcuento. Practiqué estos géneros con cierta influencia oriental, china, japonesa, coreana. Entonces  escribí una novela donde pudiera mostrar toda esa variedad de información. Es un cuento policial o seudo policial, utilizo su estrategia para mostrar las motivaciones de un escritor. No solamente en técnica, narrativa, cómo se escribe un cuento, sino todas las motivaciones, referencias reales. Si algún personaje toma una taza de anís, porque yo como autor escogí anís y no un café cargado.
¿Es un ejercicio de ficción o  es real?
Parte de un cuento de ficción para dar  referentes supuestamente reales, pero dentro de esa explicación también termino generando otro tipo de ficción.
Sumalavia evoca que esta manera de escribir  lo hizo el gran Edgar Allan Poe en un poema llamado El Cuervo. Luego el escritor norteamericano explica teóricamente las estrategias poéticas para la escritura de ese poema.
“No es una manera nueva de hacer literatura. Hay antecedentes desde El Quijote con Miguel Cervantes. El narrador habla del seudo narrador del Quijote. Creo que fue una propuesta mía la estructura, de empezar con ese cuento y terminar con ese cuento, pero reescrito a partir de todo lo referente que acabo de dar. Es una manera de armonizar todo ese caos de recuerdos, porque en la explicación también hay la idea de la divagación, el personaje lo dice, pero lo hace para poder explicar, y luego, al final tratar de encontrar esa armonía ficcional.
¿Supongo que estos personajes en la realidad tendrán un alter ego…?
Flaubert decía que Emma Bobary era él. Cuando hablo de los personajes hablo de mí y cuando hablo de mí, también estoy hablando de ellos. Es un juego de doble sentido, donde de alguna manera pongo en crisis la identidad de cada sujeto. Del sujeto ficcional y del sujeto real.
Hablas de la microficción, ¿cómo defines el género?
En los años 90 empecé a escribir microficción, cuando ésta no se entendía como género. La prosa breve siempre me interesó, potenciar la palabra, tratar de decir más con menos palabras, eso implica condensar, el silencio, el complemento lo que conoce, lo que sabe el lector, el  microcuento exige más que un cuento normal. Porque el microcuento implica que el lector debe tener cierto conocimiento, ciertas preferencias para captar ese sentido oculto del microcuento, sino lo pierde, no lo entiende.
¿ Y qué pasa con los lectores desavisados?
Parto de que no debo subestimar a un lector. Tendré menos lectores, y los que no se sientan capaces, bueno tendrán que formarse un poco. Entrar a la lectura implica hacer un rito. No a cualquiera le das a James Joyce o El Quijote y lo va entender. Y no se trata de ignorancia, sino un proceso de aprendizaje.
¿Tu literatura no encaja en el concepto de que el lector debe tener menos palabras por falta de tiempo?
No. Al principio tenía esa idea, pero con el tiempo cambié. La gente cuando quiere leer se olvida del tiempo. Por ejemplo, los niños se engancharon con Harry Potter y en una semana leyeron mil páginas. Es verdad, vivimos en un tiempo de aceleración, pero cuando la gente hace algo con pasión, se olvida del tiempo.
 ¿Qué sensación tienes cuando escuchas que el Perú es uno de los países en Latinoamérica que sus escolares tienen muy baja compresión de lectura?
Yo vivo en el extranjero y te puedo decir que este fenómeno es mundial, incluso en Francia, España, con alto nivel de venta de libros, se apuesta principalmente al "bestseller". En el Perú el problema está agravado, tienes problemas económicos, sociales, formación del profesor.
¿Vargas Llosa, por ejemplo, dice que hay una banalización?
Es verdad que cierto tipo de arte se ha frivolizado, pero no creo que sea todo el arte. Vargas Llosa, siendo escritor de otra generación, es mucho más severo y estricto. En cambio, los escritores 30 años después que él, incluso nos hemos empapado de esa frivolización. Pero eso no quita que en muchos sectores se ha banalizado el arte y que ya no haya una frontera exacta  entre una buena propuesta artística y lo que es simplemente algo para salir del paso, una propuesta inmediata sin mayor sustento o estético.