RICARDO SUMALAVIA. Mientras huya el cuerpo. Madrid, Casa de Cartón
Sumalavia
(Perú, 1968) ha cultivado la ficción persuasivamente, y en su prosa de
varia brevedad, así como en su primera novela, Que la tierra te sea
leve, prueba ser un narrador capaz de convertir lo más literario en
evidencia cotidiana y lo más específico en linaje ficcional. Pero en
ésta novela esas convicciones internas de su prosa adquieren la proeza
de otra instancia, el evento de la lectura como la complicidad mayor
entre el autor, los personajes y el lector. La novela
policial, por un lado, y el relato de estar escribiéndola, por otro,
desdoblan la lectura en vasos comunicantes, que prolongan la intriga y
multiplican el crimen, en una novela breve y a la vez sumaria, que
incluye la memoria, la reflexión literaria, y las alternativas
desencadenadas en un mapa de la lectura, tan placentera como
inquisitiva. El narrador, se diría, se construye como lector de una
novela (que proviene de una frase de Beckett) para hacerse personaje y,
con las velas desplegadas, poder escribirla. Tampoco es casual que se
trate de una narración trasatlántica (entre lugares, lenguas, y derivas
del presente) donde Lima, Madrid y París, ocurren en Burdeos, en el
pleno presente de la rescritura. Ese presente que en manos del lector,
en la lección de Beckett, “no cesa de arder.”